¿Qué le pasa a Renault con Gabryel Polas?
En realidad su verdadero nombre responde a las inciales J.L.C y es natural de Valladolid. Esta es la auténtica historia que inspiró a los creativos de Renault para no venderle sus coches.
El Sr. Polas (J.L.C.) era uno de los vigilantes de la fábrica pucelana de Renault, y una noche de invierno sintió un ruido en una de las naves. Para su sorpresa una horda de chavales con pintas se había colado en las instalaciones para hacer un botellón. El Sr. Polas no tuvo bemoles para afrontar la situación y decidió compadrear con ellos, permitiéndoles beber y bailar electro-latino pensando que una vez terminaran podría recoger todo y olvidar el incidente. Pero al Sr. Polas la situación se le fue de las manos en cuanto se tomó tres cubatas. Aquellos jóvenes ingobernables comenzaron a increparle y a torearle entre Clios y Meganes y la bacanal se convirtió en tragedia. Veintisiete lunas rotas, ocho vehículos calcinados y otros tantos con las puertas arrancadas de cuajo. Un poema al que hay que sumarle las tres costillas rotas del Sr. Polas y su inmediato ingreso en las filas del INEM. Lejos de olvidar el incidente, el departamento de Marketing de Renault decidió aprovechar la historia e insinuarla en su nueva campaña para escarnio del pobre J.L.C.
¿Realidad o ficción? No me digan que cuanto menos podría pasar por la letra de una canción de “Un pingüino en mi ascensor”, pero si no tuvieron un coche con Ziritione ni nunca vieron un Gamusino jamás podrán averiguarlo.
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